Home / Noticias / Hospice: filosofía y principios fundamentales

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La palabra “hospice” deriva del latín hospes, que quiere decir “huésped”.

Hoy Hospice señala un lugar intermedio entre el hospital y el hogar, ya que refleja una residencia temporal para los enfermos al final de la vida y sus familias que cuente con la capacidad científica de una Casa de Salud y el ambiente cálido y acogedor de un hogar.

El término Hospice no sólo caracteriza a un espacio físico sino que evoca un ideal y una filosofía de cuidados competentes y compasivos que ayudan a mejorar la calidad de vida de todos ellos. La idea central es la de proveer el ambiente adecuado para un buen morir y un buen vivir (=Sumak Kawsay), es una casa ideal para quien ve disminuir la esperanza de vida, donde el enfermo pueda vivir en paz; sus cuidados se dan en un clima de respeto, tranquilidad, comunicación y apoyo mutuo.

Se propone la asistencia total, activa y continuada de los pacientes y sus familias por un equipo interdisciplinario, cuando la expectativa ya no es la curación. No se fija en el tiempo de vida que le quede a una persona, sino más bien se enfoca en procurar ayudar cada día a que la vida de la persona sea la mejor posible. Se esfuerza por proporcionar cuidados caracterizados por la compasión, solidaridad y amor. La meta fundamental es dar calidad de vida al paciente y su familia sin intentar acelerar o detener el proceso del morir.

Debe cubrir las necesidades físicas, emocionales, espirituales y sociales del paciente y sus familiares; si es necesario el apoyo debe incluir el proceso del duelo para permitirles vivir con dignidad cada momento de sus vidas.

La filosofía práctica del Hospice está sustentada en una certeza profunda. La persona que va a morir sigue siendo persona viva hasta el final y la vida le pertenece.

Tres son los valores fundamentales en el servicio tipo hospice: la dignidad de la persona, que pide el alivio de sus sufrimientos y elige las condiciones de vida en la etapa terminal; el valor de la verdad que le permita al enfermo ser informado sobre el avance de la enfermedad en la medida que lo desee; el valor del respeto hacia todo paciente, que si bien probado en sus fuerzas siempre está en condiciones de dar un significado a su vida.

En el hospice el interés central se desplaza de la enfermedad al paciente y su familia, del proceso patológico a la persona. El hospice trata al paciente como una persona en su totalidad, que necesita confort y apoyo en muchas áreas de su vida. El paciente moribundo necesita amor y saber que siempre contará con alguien a su lado, permitiendo que la transición hacia lo desconocido sea mucho más soportable para todos los involucrados.

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